Llegué con un día de retraso a la universidad, y
llego con un día de retraso para felicitarle en este blog. Cuando entras recién
a la universidad, perderte el primer día es como perderte un año,
cuando llegas... la gente ya se ha conocido. Y lo nuestro fue aún más difícil
porque el grupo al que pertenecíamos, muchos de ellos ya habían estado juntos
en un curso 0 de estadística. Penetrar en esa masa ya compacta fue difícil,
pero yo pude entrar gracias a un agujerito que fueron abriendo M, F, V y J.
En todos mis recuerdos de primer año aparecen
ellos. Eramos muy distintos y a simple vista podría parecer increíble que
encajásemos, pero yo sabía que con J lo haría. Siempre lo
digo, y siempre lo diré (y él lo dice de mí) pero sabía que era de los míos. Un
chico muy serio aparentemente, con el que yo cogí confianza enseguida y al
que me tomé la libertad de pegar muy a menudo. No sé cómo me aguantabas.
En ese primer día de clase al que no fui, les
hicieron a todos los alumnos un test de ansiedad. J dio una
puntuación tan baja, que fue el primero de todos nosotros en conocer las
cabinas Faraday y lo que escondía el sótano de la facultad. Es uno de los
españoles con menos ansiedad que existe, y doy fe. Es capaz de comerse
una palmera gigante sin inmutarse mientras me río de él y le grabo. El
caso es que esa aparente despreocupación, a mi me llenaba de paz.
Por aquel entonces, él con el pelo largo y yo
con el pelo rubio, me decía sin ningún pudor que si yo me moría, él no lloraría
en mi entierro. Esto puede que siga siendo así, pero ya me encargaré de que
alguien grite y llore en alto para ablandarle (jajajaja). Pero el que no llore,
no significa que no le importe... lo sé. Y aunque él crea que a veces no me ha
demostrado demasiado afecto, siempre lo hace. Siempre lo ha hecho.
Somos como Batman y Robin, siendo protagonistas
de miles de aventuras seriéfilas inolvidables, conversaciones infinitas y
siempre aprendiendo cosas nuevas con él y de él (véase el día de la
graduación). Todos estos años de carrera ha sido un fuerte bastón que nunca se
ha roto en el que me he apoyado, siempre dispuesto a ayudarme (benditos apuntes
a ordenador). Es un tío tan inteligente... me siento muy orgullosa de
él, por las cosas que consigue y conseguirá.
Ayer cumplió 24 años, y yo me siento afortunada
por haber compartido unos cuantos con él. Y serán muchos más, esto no acabará
pronto... que seas muy feliz, tanto como haces felices a los demás.
Muchas gracias!!!!
ResponderEliminarLo nuestro ya es para toda la vida jajajajaja
^^
Tenemos que elegir nueva serie para stalkear ;) y tener más aventuras que contar a nuestros nietos. ¡Cómo lo petamos!
EliminarQue linda esta entrada Sally!!
ResponderEliminarY totalmente de acuerdo! Jaime es un tio grandeeee ^^